Empezar de nuevo la rutina después de
un periodo estival en el que, por primera vez en mi vida me he
dedicado a disfrutar, es cosa difícil para todos y yo no soy la
excepción que confirme la regla...
Un año, terminando también mis
merecidas vacaciones, encontré un pequeño artículo que merece ser
leído al menos una vez en la vida. Os resumo las partes con las que
me siento identificada:
“No me encuentro. No me hallo.
Juraría que he mirado bien, me había dejado por aquí antes de
vacaciones, y nada. He vuelto a mirar donde se solía guardar meses
de abril y unicornios azules, y sólo he encontrado un pútrido
septiembre que olía a meado de gato. También he vuelto a ponerme un
reloj de pulsera y sólo he conseguido asfixiarme las venas e
inesperados ataques de impuntualidad.
Esta rutina no me queda. (...)
Esto me pasa por alejarme tanto. En kilómetros, en hábitos, en interés. (...)Y yo me he ido tanto, que no he podido regar los problemas que creía tener, y ahora vuelven todos leves, raquíticos, moribundos, enfermos de insignificancia.
Miro a mi alrededor, buscaré cómplices. Alguien que tampoco se encuentre. Alguien que tampoco esté donde tiene que estar. Todos parecen tan propios, tan presentes, tan bien preparados para aparentar preparación.
Pronto al verano le saldrá un lunes como a quien le sale un quiste y alguien tendré que ser. Si no, ya me dirás.
Igual me perdí en el vuelo de vuelta, como una maleta. (...)
Espera. Igual me trajeron la maleta, sí, pero vacía. O sea, que he vuelto sólo en apariencia, y mi interior sigue de cachondeo por esos mundos de dios. (...)
Calla, ya lo tengo. Llamaré a objetos perdidos. (...) Oiga, no me tendrá usted por ahí. Lo sentimos, según su descripción, usted puede estar buscando a cualquiera, si no nos facilita más información no podemos ayudarle.
Papelitos. Papelitos colgados por las calles con el careto que tenía antes de mi desaparición y un teléfono. Eso siempre funciona. (...) Por favor, si alguien me ve, si alguien me encuentra, aunque sea por error, que me llame, que me escriba, que me diga dónde estoy. Se gratificará generosamente.
Esta rutina no me queda. (...)
Esto me pasa por alejarme tanto. En kilómetros, en hábitos, en interés. (...)Y yo me he ido tanto, que no he podido regar los problemas que creía tener, y ahora vuelven todos leves, raquíticos, moribundos, enfermos de insignificancia.
Miro a mi alrededor, buscaré cómplices. Alguien que tampoco se encuentre. Alguien que tampoco esté donde tiene que estar. Todos parecen tan propios, tan presentes, tan bien preparados para aparentar preparación.
Pronto al verano le saldrá un lunes como a quien le sale un quiste y alguien tendré que ser. Si no, ya me dirás.
Igual me perdí en el vuelo de vuelta, como una maleta. (...)
Espera. Igual me trajeron la maleta, sí, pero vacía. O sea, que he vuelto sólo en apariencia, y mi interior sigue de cachondeo por esos mundos de dios. (...)
Calla, ya lo tengo. Llamaré a objetos perdidos. (...) Oiga, no me tendrá usted por ahí. Lo sentimos, según su descripción, usted puede estar buscando a cualquiera, si no nos facilita más información no podemos ayudarle.
Papelitos. Papelitos colgados por las calles con el careto que tenía antes de mi desaparición y un teléfono. Eso siempre funciona. (...) Por favor, si alguien me ve, si alguien me encuentra, aunque sea por error, que me llame, que me escriba, que me diga dónde estoy. Se gratificará generosamente.
(…)
De pronto, suena el móvil. Es mi jefe. Pregunta qué es esa gilipollez de los papelitos. Antes de que se lo pueda explicar, me informa de que si no aparezco para el mediodía, me congela el sueldo, me releva del cargo, me escupe en el escritorio, se caga en mis muertos y me corta los huevos.
Mi identidad vuelve así como de repente.
Alegría desbordada.”
(Si quieres leer el artículo completo, puedes hacerlo aquí. )
Supongo que esto en el fondo nos pasa
a todos. Pero este verano para mi ha sido diferente...
Cada cierto tiempo necesito romper con
lo que me rodea y si bien hay siempre una constante en mi vida, este
año ha sido, sobre todo, un año de cambios, y este verano no iba a
ser menos.
Soy rara, eso ya lo tengo claro, y si
queréis que os empiece a contar la historia desde el punto donde la
dejé antes de tomarme dos meses sabáticos, os diré que no me he
ido a ningún lado, no he necesitado salir de la isla para
encontrarme a mi misma y descubrir un mundo entero en el que quiero
quedarme mucho, mucho tiempo.
46 Km que recorrí casi a diario
poniéndole a la vida la banda sonora que me apetecía en cada
momento me han bastado para recordame quien soy, donde quiero estar y
a donde quiero llegar, pero sobre todo, con quien.
Pop, Baladas, R&B, Indie y sobre
todo, mucho, mucho Rock servían para amenizar el camino que me
alejaba de él. 46Km que separaban mi casa de su tienda de
informática.
En el camino he aprendido muchas
cosas. Los autobuses es lo que tienen, que si no aprendes algo
mirando afuera por la ventana, es que la lección a aprender se
encuentra viajando en uno de los asientos que se encuentran a tu
lado. Pero esa es otra historia, ya os hablaré de esas lineas 102 y
103 que no me cansaré nunca de coger.
Ese recorrido tiene algo especial,
bueno, tiene muchas cosas especiales, pero una que me fascina sobre
todas las demás. Justo en el Km 32 de la autopista del norte. Una
frase de 20 metros escrita en la ladera de una montaña que cambia
cada cierto tiempo. Son mensajes que te invitan a sonreir, a soñar.
Ideas que te colocan en el lado positivo y cuyo objetivo es propagar
el optimismo.
El responsable: Anoniman, un hombre
anónimo. Él ha conseguido sintetizar mi verano en a penas 22
frases, mejor de lo que podría haberlo hecho yo misma.
Bienvenidos a mi verano:
- Dí lo que piensas.
Decir lo que piensas es siempre
necesario. una buena relación se tiene que basar siempre en la
verdad, y gran parte de esa afirmación pasa por decir lo que
piensas,en todo momento. Si lo dices con el corazón, tranquilo,
puede escocer un poco al principio, pero nunca, nunca va a doler.
Siempre he sido una persona bastante
empática, hasta el punto que muchas veces sé lo que está pensando
una persona antes que ella misma, aunque, curiosamente, mis amistades
son aquellas que más dificil me resulta saber que están
pensando, y él no iba a ser una excepción a la norma tampoco, así que de esta manera
empezó todo, con una pregunta inocente... ¿Cariño, que estás
pensando?.
- Siempre hay una primera vez.
Siempre.
He tenido muchas primeras
veces en mi vida, 21 años dan para mucho, pero las realmente
significativas las podía contar con los dedos de una mano. Sobra
decir que con él el número de primeras veces se ha elevado a la
enésima potencia y las primeras veces importantes, esas que
recuerdas con tanto cariño, bueno... ahora no me darían para
contarlas los dedos de las manos de 15 personas diferentes. Aunque
siempre, al final, me quedo con esa primera vez que me besó, porque,
aunque no lo dijese, yo también me moría por besarle a los pies de
un rompeolas y con la fuente de colores más grande de la isla en
frente.
- No te rindas nunca.
Decía el autor del primer artículo
que abandonar los sueños es como morirse por fascículos, abandonar
una meta marcada debe ser lo mismo. Fue otro quien me enseñó que
esta frase es cierta, pero necesité de su ayuda para recordarlo y es
que, cuando estás en periodo de exámenes de una carrera como
medicina, todo parece más cuesta arriba de lo que en realidad es.
Solo necesitas que alguien te lo
recuerde desde fuera.
- Soltar el pasado.
Me gusta el pasado, de él surge todo
lo que eres. Tus recuerdos, tus vivencias, tus conocimientos... pero
también surgen cosas malas de él, experiencias negativas en las que
se fundamentan tus más arraigadas dudas y miedos y es que... aunque
el pasado se aleje cada segundo que pasa, a veces nos empeñamos en
atarlo con una cuerda a nuestra muñeca para que no se nos escape,
pero hay momentos en la vida en los que soltar el pasado y dejarlo
marchar volando hacia el cielo como si de un globo se tratase es, no
solo bueno, sino también sano. Incluso necesario...
- No te pierdas el eclipse.
Besos y primeras veces. Mi primer
eclipse total de luna, mi primer beso bajo uno, y la primera vez que
me estrecha alguien entre sus brazos y siento lo que sentí aquella
noche. 15 de junio de 2011. No creo que pueda olvidar esa fecha...
como acompañantes, él, yo, una superluna y aquella cámara de fotos
con un trípode improvisado...
- Un café... con lecho?
Quien me conoce sabe que odio el café.
En mi vida he tomado una taza, cosa rara en una estudiante
universitaria, pero mi adicción es la Coca Cola Light. No obstante,
me encanta acompañarle a por un “café natural”... siempre acabo
aprendiendo algo.
Y si después surge el lecho, me es
imposible resistirme...
- Te Quiero.
Sin más. Sin peros.
- ¿Sientes la Conexión?
Conexiones especiales. Me paso la vida
buscando aquella persona a la que me une algo que no puedo explicar y
que me gusta llamar así. No fuerzo nada, no busco la situación que
me lleve a un individuo con el que conecto de una manera
nunca antes experimentada, simplemente, me dejo llevar.
Y así me dejé llevar este verano...
Él hace conmigo lo que quiere, es tan fácil que a veces me asusto a
la vez que me sorprendo disfrutando de todos y cada uno de los
momentos que paso con él.
De repente, como por arte de mágia,
ahí estaba esa conexión que buscaba desde hace tanto, ¡por fín!.
¿que si la siento? Más que nunca...
- La farola del mar...
Aquella farola a la que una vez te
agarraste para no caer al mar en medio de un pequeño tornado, o
aquel faro que ilumina cerca de tu segunda casa, o de la primera, más
bien, aquel que me quedé con ganas de rappelar.
Simplemente una imagen vale más que
mil palabras...
“Sin Título Pero con una Gran
Sonrisa” Alejandro Amador.
- Derrocha tus besos.
Los besos siempre han sido para mi un
bien demasiado preciado para regalárselos a cualquiera, por ello lo
pienso demasiado antes de darlos, pero en su caso... los derrocho. Se
los regalo sin reparos, creo sin duda que con él estarán en mejores
manos, o mejor dicho, en mejores labios que los mios.
Cientos de besos, miles, millones le
he regalado ya y no me canso, y no creo que pueda cansarme nunca, si
eso, ya me avisará él cuando tenga tantos que ya no pueda
guardarlos en cada uno de los rincones de su cuerpo. Mientras tanto,
no pienso preocuparme lo más minimo, yo sigo derrochando mis
besos...
(Si quieres saber más de Anoniman, puedes ver su historia y sus frases Aquí. )
(CONTINUARÁ...)